Tanto cuando llegas a un restaurante como cuando organizas una cena en tu casa, si eres amante del buen vino, buscarás aquellos caldos que mejor mariden con el menú de la ocasión. Esa misma atención puedes prestársela al agua que acompañará a cada elaboración. Sí, como lo oyes, aquello que aprendimos en la escuela de que el agua es inodora, incolora e insípida no es del todo cierto. Si continúas leyendo descubrirás muchas más características del agua y como maridarlas con diferentes platos.
Consideraciones previas
Ya hemos tratado en diferentes ocasiones los distintos tipos de agua que podemos encontrar y algunas de sus características, según la calidad, la cantidad de minerales y el contenido de pH. Además, en el caso de las aguas con gas, deberemos tener en cuenta el tipo de gas y la cantidad de carbonatación en función de los minerales, siendo más apreciadas las aguas frescas, cítricas y cremosas frente a aquellas con exceso de gas, saladas y duras.
Además de atender a las características del agua, debemos analizar previamente tres puntos fundamentales de la comida que va a acompañar: la matera prima, la salsa o el aderezo y la técnica para elaborar el plato (cocción, fritura, grill...).
La manera de servir el agua también puede resultar determinante. Aunque, como en el caso de los vinos, cada tipo de agua puede requerir unas condiciones u otras, se recomienda utilizar una copa de cristal fina, limpia y sin olores. La temperatura debe rondar los 10 grados y en ningún caso servirse helada. Si se desea añadirle hielo lo más recomendable es que esté hecho con la misma agua.
Un agua para cada plato
Si retomamos lo dicho hasta el momento, son muchos los factores que intervienen en la decisión de maridar un agua con un plato, pero a modo de guía te dejamos los siguientes ejemplos.
Para los aperitivos te recomendamos aguas sin gas de mineralización débil o muy débil o aguas minerales ligeramente gasificadas. Si se trata de acompañar cremas y sopas la mejor opción será un agua sin gas de mineralización débil. Los embutidos maridan también con aguas sin gas de mineralización débil mientras que la pareja ideal de las ensaladas serán aguas ligeramente gasificadas ya que refuerzan el poder de los aceites y vinagres.
Ya en los platos principales, para los pescados de nuevo recurriremos a aguas sin gas de mineralización débil y en cuanto a los mariscos también optaremos por débiles o muy débiles, evitando que las notas minerales enmascaren el sabor del producto. Caso particular es el de las ostras. Para resaltar su sabor un buen maridaje sería con aguas minerales ligeramente gasificadas para que el carbónico potencie todos los matices.
Pasemos a las carnes. Para aves y carnes blancas la mejor compañía será la de aguas de mineralización débil mientras que para piezas de caza, carne roja o comidas especiadas una ligeramente gasificada será un acierto.
Los quesos tienen muchos matices, por eso para los de pasta blanda una agua sin gas de mineralización débil será un gran maridaje. Para los más fuertes, como el de cabra o aquellos con mayor curación optaremos por mayor mineralización y aguas con gas.
Y llegamos a los postres. Aquí son recomendables aguas sin gas de mineralización débil, salvo postres muy dulces, donde será más acertado utilizar aguas minerales ligeramente gasificadas.
Como te decíamos, esto tan solo son unas pautas, así que si quieres ser todo un experto en esto del maridaje de aguas no dudes en adentrarte en el mundo de las catas de agua para localizar todos los matices.