Los minerales de las aguas termales son los responsables de que el baño en manantiales y balnearios aporte numerosos beneficios para la salud. La mineralización del agua, es decir, el número y cantidad de minerales que presenta, depende de varios factores, como por ejemplo el tipo de suelo del que procede el manantial, el tiempo que esas aguas permanecen subterráneas antes de salir a la superficie o incluso la temperatura a la que manan.
Ya hemos hablado en este blog Hdoso de los diferentes tipos de aguas termales según su composición y qué beneficios aporta cada una de ellas. Ahora es el turno de conocer mejor esos minerales y descubrir cómo pueden ayudarnos a mejorar nuestra salud o llevar un estilo de vida wellness.
Minerales más comunes
Los minerales más comunes que podemos encontrar en la composición de las aguas termales son hierro, cloro, azufre y bcarbonatos.
El hierro es uno de los minerales esenciales que necesitamos para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Sin ir más lejos, se trata del responsable de formar la proteína hemoglobina, que transporta oxígeno a todas las células del cuerpo humano. Por eso, una dieta baja en hierro puede provocar fatiga o anemia. En estos casos, las aguas ferruginosas son especialmente recomendables, ya que ayudan a suplir la carencia de hierro y, además, están indicadas para problemas hepáticos y de la piel. Se consideran aguas ferruginosas las que contienen más de 1 miligramo de hierro por cada litro de agua.
El cloro, por su parte, no se halla en la naturaleza en estado puro, sino que se une a otros elementos para formar los conocidos como cloruros (el más habitual, el cloruro sódico o sal común). Cuando su presencia en las aguas termales es de más de 1 miligramo por litro, hablamos de aguas cloruradas. Este tipo de aguas, que podemos encontrar, por ejemplo, en el balneario de Lobios Caldaria, tienen propiedades antisépticas, por lo que están recomendadas para infecciones e irritaciones de la piel. También para problemas gástricos.
El azufre es otro mineral habitual en la composición de las aguas termales. Muy frecuente en la naturaleza, resulta fácil de reconocer por su color amarillo y su olor desagradable. Pero no hay que dejarse engañar por su apariencia. Las aguas ricas en este mineral, las aguas sulfurosas, tienen numerosas propiedades que las hacen muy beneficiosas para nuestra salud. Ideales para afecciones de la piel, como psoriasis o dermatitis, también ayudan a eliminar toxinas, a la formación de queratina y colágeno y a combatir el reumatismo, entre otras muchas cosas.
Varios compuestos químicos se cuentan en la composición de las aguas bicarbonatadas, aunque el componente principal siempre es el bicarbonato (de ahí su nombre). Así, pueden ser:
- bicarbonatadas sódicas, como las que encontramos en el balneario de Laias,
- bicarbonatadas cálcicas y magnésicas, también llamadas alcalinotérreas,
- bicarbonatadas mixtas, con gran variedad de minerales,
- bicarbonatadas cloruradas,
- o bicarbonatadas sulfuradas, como las de Arnoia.
Los beneficios de este tipo de aguas minerales son numerosos y variados, y suelen estar recomendadas para tratar afecciones digestivas como, por ejemplo, la acidez de estómago.
La clasificación de aguas bicarbonatadas ya deja entrever que el calcio y el magnesio son dos de los minerales más frecuentes en las aguas termales. Consumidos como alimento son esenciales para la formación de los huesos y los dientes, los tejidos y la circulación de la sangre, entre otras muchas funciones. En un balneario o manantial, el calcio y magnesio del agua ayudan a proteger la piel de agentes externos y a su regeneración.
El zinc es otro elemento químico esencial que también suele encontrarse en las aguas termales. Sus principales propiedades son de cicatrización, gracias a que estimula la creación de colágeno. Por eso no suele faltar en cosméticos de agua termal, que utilizan las propiedades de este tipo de aguas para procurar una piel sana, limpia y bella.
Otros minerales presentes en aguas termales
El flúor, en forma de fluoruros, también puede estar presente en las aguas termales. Este tipo de aguas, fluoradas, están indicadas especialmente para personas con problemas óseos. Pero el flúor se conoce sobre todo por su ayuda en la prevención de las caries, de ahí que sea un mineral que se consume de forma más o menos habitual en dentífricos y jarabes, y que también puede hallarse en la composición de algunas aguas para consumo. Sin embargo, se trata de un elemento polémico, puesto que que varios estudios lo consideran peligroso si se consume en exceso o si lo toman niños menores de 7 años. Y, de hecho, las empresas embotelladoras de agua están obligadas a indicar de forma expresa que su producto tiene un alto contenido en flúor si ese es el caso.
El cobre no es sólo de uno de los mejores conductores de electricidad. Este mineral también forma parte de la composición de numerosas aguas termales y, como tal, sirve para mejorar nuestra salud. Así, las aguas termales ricas en cobre tienen propiedades antiinflamatorias y contribuyen a la síntesis del colágeno y la queratina.
Aparte de qué minerales están presentes en las aguas termales, también es importante conocer cuál es el grado de mineralización. Este se mide en el residuo seco. Si la cantidad de minerales presente se sitúa entre 1 y 1,5 gramos, hablamos de aguas minerales. Si oscila entre los 0,2 gramos y el gramo entero, las llamamos medio minerales. Y si el residuo seco es menor a los 0,2 gramos por litro, estamos ante aguas oligo minerales.
Conocer los minerales de las aguas termales es muy útil cuando buscamos que el termalismo nos ayude a mejorar nuestra salud o recuperarnos de determinadas afecciones.