Este 3 de marzo se celebra el Día Internacional de la Audición, una celebración instituida por la Organización Mundial de la Salud en 2007 para llamar la atención sobre la importancia de la salud auditiva e impulsar la detección temprana de cualquier problema auditivo.
Según datos de la OMS, más del 5% de la población mundial padece una pérdida de audición discapacitante, es decir, una pérdida de audición superior a 40 dB en el oído con mejor audición en personas adultas o superior a 30 dB en el caso de menores.
Aprovechando la celebración de este día te contamos qué debes saber sobre la audición y cómo protegerla.
¿Qué es la audición y cuáles son los problemas auditivos más frecuentes?
La audición es uno de los cinco sentidos del cuerpo humano, el que nos proporciona la capacidad de oír. El sistema auditivo es el que se encarga de convertir las ondas de sonido que nos rodean en información que luego procesará y descodificará nuestro cerebro. Este sistema está compuesto por tres partes:
Oído externo
Formado por la oreja, que recoge las ondas de sonido y las conduce por el canal auditivo externo y a través del tímpano hasta el oído medio.
Oído medio
Formado por tres huesecillos (llamados martillo, yunque y estribo), es la parte del sistema auditivo que amplifica y transmite los sonidos que le llegan desde la oreja al oído interno.
Oído interno
Llamado cóclea, es un conjunto de pequeños huesos que transforman las ondas sonoras en impulsos eléctricos y los transmiten al cerebro.
A veces, el oído no funciona correctamente, sea por factores hereditarios, motivos biológicos (envejecimiento), infecciones, malformaciones o lesiones causadas por agentes externos o exposición a sonidos intensos. Es en estos casos cuando surgen los problemas auditivos, muchos de los cuales tienen solución si se diagnostican en sus primeras fases. Los más comunes son:
Hipoacusia: la hipoacusia o sordera es la incapacidad parcial o total para escuchar sonidos en uno o ambos oídos. Afecta a cerca de un millón de españoles, según datos del INE, y tiene varios grados:
Leve
Cuando el grado de pérdida auditiva se encuentra entre los 20 y los 40 decibelios.
Media
Cuando la pérdida auditiva se encuentra entre 40 y 70 decibelios.
Severa
Cuando la pérdida se sitúa entre 71 y 90 decibelios.
Profunda
Cuando la pérdida auditiva supera los 90 decibelios.
Presbiacusia: es una patología que se produce por el envejecimiento de las células del oído interno, que terminan muriendo. Sus síntomas empiezan a aparecer a partir de los 60 años y consisten en percibir el habla como murmullos, escuchar zumbidos en los oídos o tener dificultad para distinguir sonidos como la “s” o la “r”.
Tinnitus o acúfenos: es la percepción de silbidos, zumbidos o sonidos en el interior de los oídos sin que exista una fuente sonora externa. Varían en su intensidad y son bastante molestos, pudiendo conllevar problemas como insomnio, estrés o depresión.
Síndrome de Ménière: es una enfermedad crónica del oído interno que afecta a la audición y al sentido del equilibrio. Su síntoma principal es el vértigo, aunque también pueden aparecer acúfenos e hipoacusia. Es más frecuente entre adultos de 40 a 60 años.
Otitis: es una enfermedad muy frecuente, sobre todo en niños. Consiste en una inflamación del oído causada por una infección. Sus síntomas suelen ser fiebre, dolor, sensación de taponamiento y supuración del líquido acumulado. Las otitis no suelen ser graves pero si no se tratan a tiempo pueden ocasionar pérdida de audición.
Consejos para cuidar tus oídos
Para evitar sufrir alguno de estos problemas auditivos hay una serie de consejos que puedes seguir en tu día a día:
Evita los ruidos fuertes. Los ruidos entre 100 y 110 dB (como un concierto de rock, el claxon de un coche, o una explosión de petardos) se encuentran en el denominado umbral tóxico, pudiendo llegar a causar lesiones en el oído medio. A partir de 120 dB (el umbral del dolor) son ruidos insoportables, y en este rango se encuentran un martillo neumático o el despegue de un avión. Por ello, si trabajas en un entorno ruidoso debes proteger tus oídos con tapones o cascos aislantes.
Procura no poner el volumen de la televisión y la música demasiado alto, especialmente si usas auriculares.
No introduzcas elementos extraños en tus oídos, ya que podrías producir daños en la membrana timpánica; tampoco bastoncillos de algodón para limpiar la cera, porque solo conseguirás que la cera vaya más hacia el interior. Limpia tus oídos con agua y jabón y sécalos bien.
Ten precaución cuando te bañes ya que la humedad puede provocar otitis o infecciones por hongos. Es recomendable usar tapones si vas a nadar.
Protégete del viento, en especial si vas en moto o en bici o si sueles conducir con las ventanillas bajadas, ya que puede hacer que tus oídos se inflamen.
Ojo con los resfriados y gripes, porque pueden causar también una infección en el oído.
Si hablas mucho por teléfono, procura cambiar el auricular de oído de vez en cuando y no lo presiones demasiado contra la oreja.
Si tienes alguna molestia en tus oídos o notas que ya no escuchas como antes, hoy puede ser una buena ocasión para someterte a una revisión auditiva y comprobar que tus oídos funcionan correctamente. Cuida tu audición.