La bestia negra de la nutrición, dosis letal, un mal a combatir… Seguramente muchas veces habrás escuchado que la sal es perjudicial para nuestra salud. Pero, como todo, se habla del exceso. A excepción de aquellas personas que, por algún tratamiento médico o enfermedad no puedan tomarla, la sal es tan beneficiosa para nuestro organismo como el resto de minerales.
Historia de la sal
La sal ha sido, desde el comienzo de la historia, un elemento muy valioso para el ser humano. Se cree que en la Edad de Hierro los humanos ya cocinaban los alimentos con agua de mar y es en Asia, en el año 2.000 a. de C. donde tenemos las primeras referencias escritas a la extracción de sal de minas y sus usos, entre ellos los culinarios, en la zona de la China central. Durante la época romana, en Europa, las rutas comerciales creadas en el Neolítico sirvieron a los romanos para el transporte de mercancías, en el que la sal ocupaba un puesto muy importante. De hecho, resultó uno de los elementos más importantes de la Antigüedad, ya que no solo se utilizaba como condimento sino también como elemento para conservar la comida en una época de la historia en la que no existían los refrigeradores. Se le conocía en Roma como el ‘oro blanco’ y era considerado un producto de primera necesidad.
Qué es la sal
Pero, ¿qué es la sal? Es uno de los minerales más abundantes en el planeta Tierra y que proporciona los nutrientes necesarios a los animales y plantas para su supervivencia. Nos referimos a este mineral como sal pero es cloruro de sodio (NaCi) y su función principal es mantener el equilibrio electrolíticos de los líquidos corporales de una persona.
Consumo de sal: beneficios
Pero más allá de la historia (donde hemos querido dar una pequeña pincelada de la importancia de su extracción, su venta y su consumo), la sal sigue siendo vital para nuestro organismo. En resumen, no podemos vivir sin consumir sal. Así que podemos tumbar ese mito de que comer con sal es malo para nuestra salud. Como hemos recordado anteriormente, nuestro cuerpo necesita la sal para vivir y, excepto en los casos que esta sea retirada por prescripción médica, es necesario y beneficioso incluirla en nuestra alimentación. Y, como todo, en su justa medida.
Recientes estudios hechos por expertos en la materia aseguran que aquellas personas que realizan dietas con escaso, o nulo, uso de la sal, tienen más probabilidades de sufrir accidentes cerebrovasculares o ataques cardíacos que aquellas que la consumen de forma moderada. No así en el caso de las personas que sufren de presión alta, que deben moderar mucho su consumo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo diario de un adulto no supere los 5 gramos de sal, lo que se traduce en que se deben consumir al menos 2 gramos de sodio al día. Decimos en el caso de los adultos, porque esta cifra se reduce cuando hablamos de los niños. A menor edad, es recomendable menor ingesta de sal. El valor nutricional de la sal se compone (por cada 100 gramos) de: 38.850 mg sodio, 29 mg calcio, 0,3 mg hierro, 8 mg fósforo y 1 mg magnesio.
Entre los beneficios de consumir sal, estos son los principales:
- Potencia el sabor de los alimentos
- Favorece una correcta digestión
- Favorece la eliminación de líquidos en el cuerpo, lo que provoca que estimule el apetito
- Es vital para el correcto funcionamiento del sistema nervioso relajando los músculos y regulando los impulsos nerviosos.
Perjuicios del exceso de sal
Se dice que «la moderación es el secreto de la supervivencia» y es un hecho. Un exceso de consumo de sal es perjudicial para muchas partes de nuestro cuerpo, como el hígado, el corazón o los riñones, así como para el sistema inmunitario.
El exceso de sal que los riñones no son capaces de filtrar se traspasa directamente a la sangre, provocando un mayor volumen, por lo que el corazón debe trabajar más. Es ahí donde la presión arterial sube y es contraproducente para la salud.
Ya habíamos dicho anteriormente que la sal estimula el apetito por lo que también interviene en el aumento del peso. Una dieta con exceso de sal hará que tengamos más hambre de la que en realidad tenemos. De ahí que muchas dietas reduzcan el consumo de sal para ser más efectivas.
Osteoporosis. Si consumimos demasiada sal, nuestro organismo querrá deshacerse del sodio que ‘le sobra’, y esto se hace a través de la orina. Pero, a su vez, hace que nuestro cuerpo pierda calcio y sea más propenso a dañar los huesos y a sufrir fracturas en ellos.
Un consumo excesivo también fomenta la aparición de tumores e incluso de cáncer de estómago. No estamos diciendo que tenga una relación directa, pero está demostrado que unos malos hábitos alimenticios puedan predisponer a nuestro cuerpo a sufrir ciertas enfermedades; por lo que es vital tener una buena alimentación acompañada de ejercicio moderado para mantener una salud de hierro.
Falsos mitos sobre la sal
Debido a que un consumo excesivo puede provocar problemas en nuestro organismo, muchas veces nos dejamos llevar por falsos mitos sobre la alimentación. Es el momento de desterrarlos.
No es cierto que cuando hace calor o mucha humedad es necesario consumir más sal ya que nuestro cuerpo pierde sodio por el sudor. La cantidad de sodio que podemos perder es ínfima. Lo que sí es necesario es hidratarse mucho para no perder líquidos y minerales fundamentales para nuestro organismo.
Sucede del mismo modo después de practicar ejercicio físico. No es necesario aumentar el consumo de sodio ya que la pérdida por el sudor o la orina no es tan excesiva como para que suponga un problema.
¿La sal engorda? Como ya hemos visto la sal, lo único que puede hacer es estimular el apetito, pero en sí misma no engorda, ya que no tiene calorías.
¿Provoca retención de líquidos? La sal, directamente no. Existen muchos factores, incluso una predisposición metabólica para que nuestro cuerpo retenga líquidos. Aunque si bien es cierto que el exceso de sodio puede estar relacionado, no más que otro tipo de factores como problemas de riñón, beber poca agua o tener un estilo de vida sedentario.
Otro de los falsos mitos que mucha gente cree es que los productos ‘light’ tienen menos sal. Esto no es cierto. De hecho, incluso algunos, tienen todavía más que ese mismo alimento o bebida ‘no light’. ¿La razón? Al tener menos azúcar necesitan aumentar los conservantes para que se mantengan en buen estado. Suele ser el sodio el conservante añadido.
Un alimento que no resulte salado al paladar no tiene sal. Esto no es cierto. Un ejemplo muy claro es el caso de los dulces. Pese a que el sabor del azúcar está muy por encima del sabor salado (tanto que nuestras papilas gustativas solo detectan el dulce) los procesados dulces suelen tener grandes cantidades de sal, muchas veces no recomendadas.
¿La sales ‘modernas’ son menos perjudiciales? Hablamos de sales que, en los últimos tiempos se utilizan mucho en la gastronomía como es el caso de la sal marina, la sal del Himalaya o la flor de sal. Se cree que son más ‘sanas’ puesto que tienen más minerales y oligoelementos. Es cierto que puedan tenerlos, pero eso no implica que tenga la misma cantidad de cloruro de sodio que la sal de mesa o sal común. Tiene exactamente la misma que las demás.
¿Hemos respondido a tus dudas sobre el consumo de sal? Es el exceso o defecto el que puede perjudicar, no su consumo; por lo que no dudes en incluir sal en tus platos, un potenciador del sabor que, muchas veces resulta vital para nuestro paladar.