Hoy viajamos hasta la vecina provincia de Lugo para descubrir un castro prerromano que solo podemos ver cuando las aguas del río Miño están bajas. Estamos hablando de las magníficas ruinas de Castro Candaz, que comenzaron siendo un castro prerromano para convertirse, siglos más tarde, en una fortaleza medieval. Se ubican en la parroquia de Pedrafita (Concello de Chantada), en la desembocadura de los ríos Lama y Enviande.
Actualmente, este castro se encuentra anegado por las aguas del embalse de Belesar y deja mostrar toda su belleza cuando la naturaleza nos priva del agua de la lluvia o se vacía el embalse. Ocurrió por última vez en octubre de 2022 y fue, en ese momento, que numerosos fotógrafos de renombre realizaron impresionantes estampas del lugar. Es cuando el agua del embalse está a un máximo de su 25% cuando se puede visitar esta joya de la arquitectura e historia de nuestros antepasados, cruzando a pie el terreno desde la remota aldea de Xillán, que cuenta con apenas 20 habitantes.
Origen de castro Candaz
Pero, ¿de dónde proviene Castro Candaz? ¿Quién lo construyó? Según relata la antigua Casa de Camba, una de las familias más antiguas de Galicia, el denominado Castro Candaz se fundó bajo el mandato del cónsul romano Lucio Cambero, destinado a Lugo y que llegó a luchar contra las legiones del emperador Trajano. Devastado por haber perdido los combates, se retiró a este castro que, actualmente, se le conoce también como la Atlántida gallega.
La construcción del castro en este característico lugar no es casualidad. Se ubicó en esa zona porque estaba apartada de cualquier núcleo de población y tan solo tenía un acceso por tierra, lo que lo convertía en una fortaleza casi inexpugnable donde sus habitantes podían vivir tranquilos.
El castro en la Edad Media
Una vez abandonado el lugar, sería en la Edad Media donde se recuperaría este castro. Sobre sus ruinas se construyó una fortaleza que llegó a servir de defensa ante los ataques vikingos que sufrió Galicia. De hecho, según relata el escritor y maestro Manuel Formoso Lamas, pese a que los normandos pudieron llegar hasta Chantada, sobrepasando el Monte Faro, no consiguieron acabar con la fortaleza de Castro Candaz, donde los nobles de la ciudad se refugiaron y fueron socorridos por el las tropas del rey Ramiro I de Asturias.
Pero Castro Candaz tendría un final, y eso sucedió durante la Gran Guerra Irmandiña, entre los años 1467 y 1469. Esta revuelta social acabó con la fortaleza, que quedó en ruinas para la posteridad hasta que la familia Taboada la reconstruyó. Actualmente, solo están en pie algunos muros y parte de los cimientos. Muchos de los materiales de este castro se utilizaron, posteriormente, para la construcción de viñas en los alrededores.
Bajo las aguas del Miño
En la década de los 60, Castro Candaz desapareció completamente. Como si de una maldición se tratase, sus ruinas acabaron bajo toneladas de agua tras la construcción del embalse de Belesar, el embalse artificial más grande del río Miño, construído en el año 1963. El embalse ocupa casi 2000 hectáreas con una cola de unos 50 kilómetros y llegó a anegar hasta 5.000 hectáreas de terreno que acabaron bajo las aguas, incluidas muchas aldeas e incluso los restos de la fortaleza. De hecho, el pueblo de Portomarín tuvo que ser trasladado porque quedó completamente cubierto por el río.
Este embalse cubrió terrenos en los municipios de Paradela, Páramo, Guntín, Portomarín, Taboada, Saviñao y el ayuntamiento que nos ocupa, Chantada.
Galicia tiene una numerosa historia romana y prerromana en sus terrenos pero muchas más bajo sus aguas. Visitar lugares tan impresionantes como este otorgan a nuestra comunidad una magia especial.