El turismo como problema: destinos que mueren de éxito

El turismo como problema: destinos que mueren de éxito

| Caldaria Hoteles y Balnearios

La aparición de las compañías aéreas low cost y el aumento de las clases medias ha marcado un antes y un después en el turismo mundial. Viajar está ahora al alcance de cualquiera y eso ha provocado que el número de turistas se multiplique en destinos de todo el mundo. Y aunque la mayoría de esos lugares ven en la llegada de viajeros una importante fuente de ingresos, hay casos en los que el exceso de personas se ha convertido en un auténtico problema. Estos son cinco casos de destinos turísticos que han muerto de éxito en todo el mundo.

Cañón Fjaðrárgljúfur (Islandia)

En 2015, Justin Biever grababa un vídeo de su canción ‘I’ll Show You’ en el Fjaðrárgljúfur, un espectacular cañón en el sureste de Islandia. Pero lo que podía ser una gran noticia para revitalizar el turismo en la zona ha significado todo lo contrario: en solo 4 años, más de un millón de personas ha visitado ese lugar, provocando graves daños y un importante deterioro en su vegetación.

El gobierno islandés ha prohibido el acceso al cañón y el Fjaðrárgljúfur se ha convertido en uno de los exponentes del peligro que supone el exceso de turismo en algunos lugares. En Islandia, el número de visitantes se ha multiplicado por cinco en menos de una década, pasando de medio millón de turistas en 2010 a casi dos millones y medio en 2018, y no descartan aplicar la misma medida en otros lugares del país.

Islandia

Maya Bay (Tailandia)

Una de las películas más importantes en la carrera de Leonardo DiCaprio es ‘La Playa’, estrenada en el año 2000. Se grabó en un lugar paradisíaco, la isla tailandesa de Phi Phi Leh, y la playa de Maya Bay se convirtió, desde entonces, en uno de los lugares que todo el mundo quiso visitar. Y cuando decimos todo el mundo no estamos exagerando.

Porque desde el estreno de la cinta, personas de todos los lugares del planeta han querido conocer el lugar en el que DiCaprio quería reconstruir la sociedad desde cero. De los 178 visitantes de media que tenía esa playa en 2008 se pasó a más de 3.500 diarios en 2016, un aumento del dos mil por ciento. Eso provocó un daño del 90 por ciento en los corales de la zona y que las autoridades clausuraran la playa sin fecha de reapertura a la vista.

Monte Everest (Tíbet y Nepal)

Una fotografía tomada el pasado mes de mayo en el Everest ponía los pelos de punta: había colas en la montaña más alta del mundo. Es decir, lo que antes era una experiencia solo al alcance de unos pocos especialistas se había convertido en un negocio en el que cualquiera mínimamente preparado podía subir a la cumbre más alta del planeta a cambio de unos cuantos miles de euros.

Las cifras hablan por sí solas: solo en la zona del Tíbet, más de 140.000 personas visitaron el campo base del Everest durante 2018. Por eso, las autoridades chinas decidieron cerrar su parte y dejar solo abierta la de Nepal, que no puede hacer lo mismo ya que sus ingresos dependen casi en exclusivo de esta industria. China recogió 350 toneladas de basura acumuladas en su zona y ha decidido conceder solo 300 permisos de escalada anuales en los próximos años.

Everest

Isla de Komodo (Indonesia)

El Parque Nacional de Komodo, en Indonesia, es visitado cada año por más de 20.000 personas, todas ellas deseando ver de cerca a sus famosos dragones. Pero, además, estos lagartos sufren en sus carnes el peligro de los robos de furtivos: se venden en el mercado negro por unos 30.000 euros cada ejemplar porque, en teoría, tienen grandes propiedades medicinales.

Eso llevó a las autoridades a decretar el cierre de la isla de Komodoa partir de enero de 2020, una medida que finalmente no llevarán a cabo porque la población de dragones se ha estabilizado, pero que no descartan aplicar en el futuro. Se estima que, actualmente, apenas quedan 6.000 ejemplares de dragones de Komodo y, de ellos, solo 500 son hembras.

Isla de Boracay (Filipinas)

Las fiestas nocturnas de la playa de Bulabog, en la isla de Boracay, eran más que famosas, casi tanto como su ambiente durante el día gracias a sus deportes náuticos. Pero cuando en 2017 más de dos millones de personas se plantaron en este destino, el gobierno filipino tomó cartas en el asunto: cerró la isla en marzo de 2018 durante seis meses y tomó medidas drásticas.

La isla se reabrió en octubre de ese mismo año, pero con varios cambios: solo puede haber un máximo de 19.000 personas en la isla; el número de hoteles, restaurantes y chiringuitos ha descendido de 600 a poco más de 100; no se puede fumar o beber alcohol en la playa ni tampoco colocar hamacas y sombrillas; incluso tirar basura está castigado con una fuerte multa. Así han conseguido recuperar el esplendor de la isla de Boracay y convertirla en un destino sostenible como ya lo son otros puntos del país como El Nido, en la isla de Palawan.

Boracay, Komodo, Maya Bay, el Everest o el Fjaðrárgljúfur comparten la misma historia: todos esos destinos han muerto de éxito y han buscado la forma de salir adelante con un turismo sostenible. Limitar el turismo de avalancha  es imprescindible para poder seguir disfrutando de las joyas naturales que aún se conservan en el planeta.

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