Marie Curie, Sophie Germain, Ada Lovelace, Lise Meitner... Podríamos elaborar una larga lista de mujeres que dejaron una huella fundamental en la ciencia mundial. Aunque su trabajo y sus logros no siempre fueron reconocidos en la medida adecuada, el paso de los años ha hecho que su figura recupere, al menos en parte, el lugar que se merecen. Sus descubrimientos deben ser materia de estudio los 365 días del año y nosotros aprovechamos el Día de la Mujer Trabajadora para rendirle nuestro particular homenaje.
Hipatia de Alejandría, la primera científica
Si de ciencia y mujeres se trata es imprescindible hablar de Hipatia de Alejandría. Y es que está considerada la primera mujer científica de la historia. Se cree que vivió entre finales del siglo IV y principios de V en Alejandría (actual Egipto). El entorno en el que nació y se crió marcó en buena medida su destino. Hija del filósofo, astrónomo y matemático Theón, su vida transcurrió en un entorno de cultura y saber. Su padre la educó en el mundo de las ciencias, pero no como mera conocedora, sino que se formó para desarrollaras de forma activa. Participaba en debates, experimentos y clases. Fue la autora de varios tratados de matemáticas y astronomía. Lamentablemente, su trabajo se perdió y solo permanece a través de citas de autores posteriores. Al parecer, un cambio de gobierno en Alejandría puso a Hipatia en situación de riesgo. Finalmente fue asesinada en medio de los disturbios por un grupo de cristianos, pero su figura y legado se convirtió en símbolo de cultura y progreso.
Marie Curie
Marie Skłodowska-Curie nació en 1867 en Varsovia, la capital de Polonia, y tiene entre sus numerosos méritos el ser la primera mujer en recibir un premio Nobel. Lo hizo por sus investigaciones sobre la radiactividad del uranio y por haber descubierto dos nuevos elementos, el polonio y el radio. Además, fue la primera catedrática de la Universidad de la Sorbona de París. Anteriormente, se había licenciado como número 1 de su promoción en Física por la Universidad de París. En el año 1903 consiguió su doctorado, coincidiendo con el recibimiento del premio Nobel de física junto a su marido Pierre Curie y al investigador Becquerel por sus hallazgos sobre la radioactividad. Ganó su segundo Premio Nobel, esta de vez de Química en 1911 por el descubrimiento de la radioterapia como posible tratamiento contra el cáncer. Durante la I Guerra Mundial se convirtió en la directora del Servicio de Radiología de la Cruz Roja francesa aportando importantes hallazgos como las ambulancias radiológicas. Murió en 1934 a causa de la radiación a la que estuvo expuesta durante toda su carrera.
Rosalind Elsie Franklin
Comenzamos por Rosalind Elsie Franklin (Londres, 1920 – 1958). Fue una biofísica y cristalógrafa cuyo papel fue imprescindible en la comprensión de la estructura del ADN, además, hizo posible la observación de su estructura. Su caso fue una nueva injusticia contra el trabajo de las mujeres, ya que en su época no fue reconocido.
Elizabeth Blackwell
Mención especial merece también Elizabeth Blackwell (1821-1910) fue la primera mujer que logró ejercer de médico en los Estados Unidos y en todo el mundo. Natural de Bristol, fue rechazada por 10 universidades antes de ser admitida en la de Geneva (Nueva York). El 11 de enero de 1849 se convertiría en la primera mujer en recibir el título en medicina en Estados Unidos. Rebecca Lee Crumpler siguió sus pasos hasta lograr ser la primera médica afroamericana.
Barbara McClintock
Por su parte, Barbara McClintock (Hartford en el año 1902 - 1992) destaca por un importante descubrimiento en el campo de la genética. Se especializó en la citogenética y obtuvo un doctorado en botánica en el año 1927. A pesar de que, durante mucho tiempo, sus trabajos no fueron tomados en cuenta injustamente, 30 años más tarde se le otorgó el premio Nobel por su excepcional e increíblemente adelantada para su época teoría de los genes saltarines, revelando el hecho de que los genes eran capaces de saltar entre diferentes cromosomas. Hoy, éste es un concepto esencial en genética.
Lisa Randall
Es la física de la Teoría de Cuerdas. Nacida en Nueva York en el año 1962, es catedrática de Física en la Universidad de Harvard. Sus estudios se centran en la cosmología y la física de partículas pero también ha trabajado en la inflación cósmica, en la relatividad y en la supersimetría. Se le considera una de las físicas teóricas más prometedoras de su generación. Participó en proyectos tan importantes como el «Modelo de Randall-Sundrum», un modelo que describe el mundo como un universo de dimensión superior de geometría deformada. A este modelo también se le llama la Teoría de la Geometría deformada en cinco dimensiones. Por si fuera poco en todos los proyectos en los que trabaja, también es una consumada escritora y tiene títulos tan interesantes como «Universos ocultos: Un viaje a las dimensiones extras del cosmos», «La materia oscura y los dinosaurios: La sorprendente interconectividad del universo» o «El descubrimiento del Higgs», entre otros.
Mujeres españolas en la ciencia
Un capítulo aparte, por ser el más próximo, debe tratar sobre las mujeres españolas en la ciencia entre las que destacan un buen número de investigadoras y científicas con grandes hallazgos a sus espaldas.
Margarita Salas
Discípula del Nobel Severo Ochoa, ha sido responsable de la creación de una auténtica escuela de científicos especializados en biología molecular, como María Blasco o Cristina Garmendia.
Una de sus mayores contribuciones a la ciencia fue la determinación de la direccionalidad de la lectura de la información genética. Esto sucedió durante su trabajo en el famoso laboratorio de Severo Ochoa. Además, se le atribuye el descubrimiento y la caracterización del ADN polimerasa del fago Φ29, que tiene múltiples aplicaciones biotecnológicas. Entre sus múltiples reconocimientos, recibió el premio Rey Jaime I de Investigación en el año 1994 y fue nombrada Investigadora Europea en el año 1999. Además presidió el Instituto de España, que agrupa todas las Reales Academias Españolas. Salas falleció en una fecha muy especial, el 7 de noviembre de 2019, coincidiendo, casualmente con el día en el que había nacido Marie Curie.
María Blasco
Una de las discípulas de Margarita Salas fue María Blasco, una de las personas que más ha hecho en nuestro país por la divulgación de la ciencia. Sus investigaciones sobre los telómeros permitieron entender un poco mejor estos extremos de los cromosomas, que se han asociado con el envejecimiento y el cáncer. También ahondó en el conocimiento de la telomerasa, la enzima que controla a los telómeros
Nacida en Alicante en 1965, actualmente dirige el CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas). A su cargo tiene a más de 500 personas que trabajan arduamente cada día para mejorar los tratamientos contra el cáncer. Además, es la fundadora de la empresa Life Length 8 dedicada a la biotecnología.
Tiene numerosos reconocimientos entre los que destacan, por curiosos estás incluida en La Tabla Periódica de las Científicas desde el año 2018. Además, ha recibido el premio Especial a la Excelencia sobre divulgación científica, el premio Mujeres Progresistas de Retiro o el premio a la Innovación y Transformación Social de la Fundación IDEAS, entre otros. Es académica de la Real Academia Nacional de Farmacia, miembro del comité científico de AXA Research Fund y miembro del comité científico de Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR).
Rosa María Menéndez
La asturiana Rosa María Menéndez hizo historia al convertirse en la primera mujer en dirigir el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el órgano del que dependen todos los centros de investigación científica españoles. Menéndez se había especializado anteriormente en el estudio del grafeno, uno de los materiales que está llamado a tener una enorme importancia en un futuro próximo. Ha trabajado con numerosas industrias del sector carboquímico, aeronáutico, eléctrico y petroquímico. y presidió la ECA (Asociación Europea de Materiales de Carbono).
Como las anteriores mencionadas, ha recibido numerosos premios como el Premio AIQBE al fomento y desarrollo de la Ciencia y Tecnología en 2020, a la Excelencia Química en 2018 o al Talento Experto en 2016. Además, también forma parte de La Tabla Periódica de Científicas.
Elena García Armada
La vallisoletana Elena García Armada es una ingeniera especializada en robótica que se propuso ayudar a que los niños tuvieran una vida mejor. Y lo ha logrado inventando el primer exoesqueleto biónico para niños con atrofia muscular espinal, un avance que, pese a las enormes dificultades que entraña, va a permitir que muchos menores dispongan de una nueva oportunidad en la vida.
Gabriela Morreale
Aunque nació en Italia, fue en España donde llevó a cabo su tarea investigadora. Se centró en la importancia que tiene el yodo en las personas y ella es la principal «culpable» de que la mayoría de la sal que se compra hoy en día en el supermercado sea «sal yodada». Pero, sobre todo, Morreale pasó a la historia por ser la inventora de la prueba del talón, un test que también se denomina cribado neonatal y que sirve para diagnosticar de manera prematura posibles enfermedades minoritarias o determinadas carencias que puedan provocar problemas de salud en el menor más adelante.
Otros nombres propios
Existen ciertos nombres propios de mujeres clave para el mundo de la ciencia que no podemos dejar de recordar. ¿Qué sería del mundo tal y como hoy lo entendemos sin los descubrimientos de Ada Lovelace, Dorothy Crowfoot Hodgkin, Maria Goeppert-Mayero o Gertrude B. Elion?
O sin los cálculos de Katherine Johnson, una matemática que ya es parte de la historia de la NASA después de romper en los años 50 y 60 barreras raciales y de género en la empresa científica más importante del mundo. Katherine y otras compañeras eran conocidas como las computadoras por su habilidad para llevar a cabo complejos cálculos, pero no podían trabajar junto al resto de empleados de la agencia espacial norteamericana por su condición de ser mujeres… y de ser negras.
Su historia se contó en la película «Figuras Ocultas» y Barack Obama le concedió la Medalla de la Libertad en 2015. Su importancia era tal en la NASA que el mismísimo John Glenn, el astronauta que orbitó la Tierra por primera vez en 1962, pidió explícitamente que fuera Katherine Johnson quien se encargase de revisar todos los cálculos de la misión.