Cuando hablamos de erupciones volcánicas, al menos en nuestro país, parece que estamos hablando de algo que no nos concierne o que está muy lejos. Pensamos en volcanes en Hawai o, si nos acercamos un poco más, en Italia con toda la historia de del Vesubio con Pompeya y Herculano y el famoso Etna que estos días también está en erupción.
Pero en España tenemos más volcanes de lo que creemos. Todos conocemos, y más estos días, Cumbre Vieja en La Palma, pero es que en todas las Islas Canarias hay 33 volcanes: 6 en Fuerteventura, 11 en Tenerife con el Teide como su máximo exponente, 10 en Gran Canaria, 10 en La Palma, 5 en Lanzarote, uno en La Gomero y uno en El Hierro. En la península podemos encontrar un total de 40 volcanes (38 de ellos están en el Parque Natural de la Zona volcánica de La Garrocha, en Girona). Además hay zonas volcánicas en la región de Murcia, en Ciudad Real, Andalucía y la Comunidad Valenciana.
Dicho esto vamos al tema que nos ocupa. Con la erupción del volcán en La Palma, que está lejos de terminar, ha surgido una cuestión que preocupa mucho a los habitantes de la zona y, por ende, a cualquiera que se encuentre cerca de un volcán. ¿Cómo afecta una erupción volcánica a la calidad del agua? Sigue leyendo nuestro post para enterarte de todo.
Una erupción volcánica, ¿perjudicial para el medio ambiente?
¿Sabías que el mayor factor de riesgo de mortalidad prematura en el mundo es la contaminación atmosférica? Aunque no lo parezca, provoca millones de muertos al año. ¿Por qué decimos esto? Porque, aunque una erupción volcánica es un fenómeno natural es también uno de los fenómenos naturales más contaminantes y perjudiciales para el medio ambiente. Cuando un volcán expulsa lava, emite una gran variedad de gases tóxicos como el dióxido de azufre, el sulfuro de hidrógeno., dióxido de carbono, sulfuro de carbono, monóxido de carbono, cloruro de hidrógeno, fluoruro de hidrógeno, metano o bromuro de hidrógeno entre otros, que son perjudiciales tanto para los animales y plantas como para los humanos.
A pesar de que hay pocos estudios epidemiológicos que expliquen cómo afectan a corto plazo el estar expuesto a estas altas concentraciones de contaminantes, está claro que afectan tanto al aire como al agua, por lo que puedan llegar a ser muy peligrosos.
¿Cómo afecta una erupción a la calidad del agua?
En este caso hablamos de la lluvia ácida. ¿Qué significa este término? Cuando los gases que emite un volcán suben a la atmósfera, reaccionan con el oxígeno y el vapor de agua creando una lluvia corrosiva y altamente contaminante y peligrosa: la denominada lluvia ácida, que se compone, entre otros, de ácido sulfúrico y ácido nítrico. Los efectos puedan llegar a ser devastadores:
- Contamina el mar y acaban con la biodiversidad.
- Amenaza la vida en ríos y lagos
- Puede llegar a contaminar las aguas subterráneas convirtiéndolas en inservibles para el consumo.
- Provoca que las plantas no puedan absorber bien el agua y tengan enfermedades y plagas.
- Es tan nociva que llega a corroer infraestructuras o edificios con elementos metálicos.
Agua potable: ¿un riesgo para la población?
Una erupción volcánica arrasa con todo. Y lo hace también con el agua potable, indispensable no solo para el ser humano si no también para animales y plantas. Numerosos estudios realizados resolvieron que los parámetros del agua más afectados eran el pH, la turbidez y el aumento de la concentración de elementos tóxicos.
El pH del agua
La ceniza o elementos contaminantes de una erupción volcánica puedan cambiar el pH del agua. El agua pura es de 7 a 25 ºC pero, cuando se expone a ciertos elementos como el dióxido de carbono o algunos de los anteriormente mencionados puede llegar a ser de 5.2. Esto es un mal dato ya que el agua se convierte en ácida y corrosiva por debajo de 6,5, por lo que si se alcanzan dichas cantidades en el pH el agua, automáticamente, no es apta para el consumo.
Tanto por la lluvia ácida o por la ceniza del volcán, las aguas subterráneas puedan llegar a contaminarse, así como a estropearse las potabilizadoras o malograrse el agua almacenada en embalses, ríos o balsas de agua, como en el caso de La Palma.
Turbidez
Un agua turbia es el más sencillo y visual indicativo de que el agua que tenemos ante nuestros ojos no es potable. Si el agua contiene elementos tóxicos (los que emana un volcán en erupción, por ejemplo) se vuelve turbia y de un aspecto desagradable a la vista. Según la OMS (Organización Mundial para la Salud), la turbidez del agua para consumo humano no debe superar en ningún caso las 5 NTU. Lo ideal, de hecho, es que no llegue a superar nunca 1 NTU. ¿Pero qué es un NTU? Son las siglas de Nephelometric Turbidity Unit, la unidad con la que se mide la turbidez de un fluido. Cuando más sólidos en suspensión haya en el agua, más turbidez tendrá esta. En el caso de una erupción volcánica, es muy sencillo que el agua se llene de la ceniza propia del volcán que puede llegar a contener metales pesados nocivos para la salud.
El resumen es que una erupción volcánica puede llegar a afectar, y mucho, al agua que rodea al volcán. En el caso de La Palma, el agua puede llegar a ser no potable (con el consiguiente riesgo para animales y humanos) y puede malograr cosechas, como ya lo está haciendo con las plataneras. Aún así, la erupción de un volcán es uno de los fenómenos más impresionantes que la naturaleza nos brinda. Pese a todo.