Qué es el glaucoma: síntomas y tratamiento

Qué es el glaucoma: síntomas y tratamiento

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Uno de los objetivos de los días mundiales que se dedican a una determinada enfermedad es dar visibilidad a esos problemas de salud. En algunos casos se trata de enfermedades minoritarias que apenas son conocidas y que afectan a un pequeño porcentaje de la población. Pero en otros casos, como sucede con el Día Mundial del glaucoma, estamos hablando de trastornos que sufren muchas personas, sobre todo a partir de una cierta edad. Aprovecharemos esta fecha para saber qué es el glaucoma, cuáles son sus síntomas y el tratamiento que necesita.

¿Qué es el glaucoma?

El 12 de marzo se celebra el Día Mundial del Glaucoma. El objetivo de esta fecha es dar visibilidad a un importante problema de salud; tanto, que es una de las principales causas de ceguera para las personas mayores de 60 años. El glaucoma es un grupo de afecciones oculares que dañan el nervio óptico y que, por tanto, provocan un deterioro de la visión ya que mantener ese nervio en perfecto estado es imprescindible para conservar una buena vista.

El mayor problema del glaucoma es que la pérdida de visión sufrida no se puede recuperar, por lo que es vital detectar los primeros signos de advertencia cuanto antes para evitar el deterioro del nervio óptico. Sin embargo, no es nada sencillo: muchos de los glaucomas se generan de manera gradual sin apenas mostrar ningún síntoma, por lo que cuando se detecta ya es tarde y la afección ha llegado a un punto muy avanzado.

Para evitar este problema, los especialistas recomiendan realizar exámenes periódicos de la vista, de tal manera que se pueda detectar la afección. Además, inciden en que parte de esas revisiones incluyan una medición de la presión ocular, dado que una parte importante de los glaucomas se producen por una presión más alta de lo normal en el ojo. Si se consigue diagnosticar el problema antes de que sea tarde se puede tratar, retardando la pérdida parcial o total de la visión.

Glaucoma

Tipos de glaucoma

La investigación en los problemas de visión ha llevado a los científicos a descubrir que el glaucoma, en muchos casos, es hereditario. Por esa razón, identificar cuanto antes una presión en el ojo más alta de lo normal es vital para prevenir el deterioro de la visión. Hay diferentes tipos de glaucoma.

Glaucoma de ángulo abierto. Es el glaucoma más común y se caracteriza porque el ángulo de drenaje que forman la córnea y el iris permanece abierto, mientras la red trabecular está bloqueada de manera parcial. Esta situación provoca que la presión ocular vaya aumentando poco a poco, dañando el nervio óptico. El desarrollo gradual de la enfermedad genera que muchas personas no se den cuenta del problema, llegando incluso a perder la totalidad de la visión sin ser conscientes de la situación.

Glaucoma de ángulo cerrado. En este caso, el iris sobresale y bloquea o estrecha el ángulo de drenaje que forman la córnea y el iris. Eso hace que el líquido (humor acuoso) no pueda circular con normalidad por el ojo y, de nuevo, aumente la presión. Esta afección, que también es conocida como glaucoma de ángulo estrecho, puede producirse de dos maneras: de manera gradual (ángulo cerrado crónico) o repentina (ángulo cerrado agudo). En este último caso es muy importante acudir con urgencia al médico ya que se trata de un problema muy grave.

Día Mundial del Glaucoma

Glaucoma de tensión normal. Aquí el problema no es la presión, ya que no sube de lo normal, pero los científicos no han conseguido explicar el origen de la afección. En algunos casos apuntan a un nervio óptico sensible, mientras en otros creen que puede ser un problema de ateroesclerosis, es decir, el estrechamiento de las arterias por culpa de las placas de grasa, lo que provocaría que llegara menos sangre al nervio óptico.

Además, existen algunas variaciones de los dos primeros tipos de glaucoma, el de ángulo abierto y ángulo cerrado, entre las que se encuentran el glaucoma de ángulo abierto primario, el glaucoma pigmentario, el glaucoma de pseudoexfoliación o el glaucoma secundario. Además, los niños también pueden sufrir glaucoma en sus primeros años de vida, incluso siendo bebés: puede ser por un problema hereditario o por alguna afección no determinada.

Síntomas del glaucoma

Como señalábamos, son muchas las ocasiones en las que el glaucoma no avisa de su presencia y cuando nos damos cuenta del problema ya es demasiado tarde. Sin embargo, en otros casos puede alertar con algunos síntomas que se pueden advertir. Estos son los más comunes.

  • Dolor de cabeza muy intenso.
  • Visión borrosa.
  • Dolor en los ojos.
  • Náuseas y vómitos.
  • Puntos ciegos irregulares en la visión.
  • Halos alrededor de las luces.
  • Enrojecimiento de los ojos.

Día del Glaucoma

Prevención y tratamiento del glaucoma

El glaucoma es, después de las cataratas, la segunda causa de ceguera a nivel mundial. Si no se trata correctamente puede provocar primero una pérdida de la visión periférica y, con el tiempo, una ceguera total. La buena noticia es que se puede tratar y que cuanto antes se diagnostique la afección, menor será el daño producido en el nervio óptico.

El tratamiento más habitual para retrasar los efectos del glaucoma incluye medicación. En la mayoría de los casos se combina con unas gotas, de tal manera que se reduzca la presión intraocular, aunque puede no ser suficiente. Para los casos más extremos existe la posibilidad de la cirugía o el tratamiento láser.

Lo mejor, en cualquier caso, es detectar cuanto antes la aparición del glaucoma y poner todos los medios necesarios para su tratamiento. En los casos de familiares que sufran esta afección, lo mejor es realizar exámenes oculares periódicos que nos permitan identificar el problema en sus primeros estadios. Además, algunos estudios recientes han revelado que realizar una actividad física de manera habitual puede ayudar a prevenir la aparición del glaucoma.

Evitar el consumo de tabaco, hacer ejercicio y llevar una dieta equilibrada son tres de los consejos que comparten muchos especialistas para prevenir el glaucoma. Ser conscientes de su peligrosidad y revisarnos la vista de manera periódica, también es muy interesante. De esta manera, conseguiremos que este asesino silencioso del nervio óptico no haga su aparición demasiado pronto, conservando la vista todo lo posible.

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