Todas esas herramientas que forman parte de nuestro día a día han hecho nuestras vidas un poco más fáciles en muchos sentidos. Compartir información en tiempo real o mantenernos en contacto de un modo fácil y rápido son solo algunas de las virtudes de las nuevas tecnologías, pero también tienen una cara b. Cada vez más personas presentan una dependencia patológica de estos dispositivos y de una conexión a internet, son los conocidos como tecnoadictos.
¿Cuántas veces miras tu móvil sin motivo aparente, solo “por revisar”? ¿Con qué frecuencia entras en tus redes sociales? ¿Cómo te sientes cuando no puedes conectarte en un largo periodo de tiempo? Contestar a estas preguntas puede ayudarte a saber qué grado de dependencia tienes de las nuevas tecnologías.
Muchas de las horas que pasamos ante estos dispositivos están justificadas por el trabajo, por lo que no vamos a hablar del tiempo de que pasamos delante de una pantalla o en la red de redes, sino de cómo puede llegar a interferir en nuestras vidas cotidianas.
Cada vez más personas consultan de modo compulsivo sus dispositivos móviles para ver que novedades hay en sus redes sociales, en los canales de YouTube o simplemente navegar por internet, lo que afecta directa y negativamente en sus relaciones interpersonales cara a cara e incluso en su salud.
La nomofobia es uno de los síntomas más frecuentes entre aquellas personas adictas a las tecnologías e internet. En este grupo se encuentran aquellos usuarios que sienten pánico al no poder estar conectado en cada momentos. Eso provoca inquietud, ansiedad y alteraciones en el estado de ánimo. Incluso se llega a desarrollar el síndrome de la vibración fantasma, es decir, tener la sensación a cada momento de que tu teléfono esta sonando o vibrando cuando no es así.
“La nomofobia es el pánico a no poder estar conectado en todo momento”
Pero existen otros muchos indicios de que nuestra relación con las nuevas tecnologías comienza a ser insana. Pensar en el momento de conectarse a internet y perder la concentración en otras tareas, repetirse constantemente eso de “solo un ratito más en línea” o descuidar las relaciones sociales por permanecer sumergido en el entorno virtual pueden apuntar hacia una adicción. Incluso esa imagen que tanto se repite de ver a un grupo de amigos más preocupado de sus teléfonos que de interactuar entre ellos denota un comportamiento dependiente de las red. Internet puede llegar a convertirse en el centro de tu vida.
Cómo atajar la adicción a las tecnologías
Este terror ante la falta de conexión y la dependencia a internet se alimenta en el día a día, así que es importante cambiar nuestros hábitos. Seguro que duermes peor desde que pasas hasta el último minuto del día navegando y que tus nervios se ponen de punta cuando sales de casa una hora sin tu móvil. Pues ponle freno.
Lo primero que debes establecer es una serie de rutinas y horarios en los que consultar o no internet y poner todo tu esfuerzo en cumplirlos. Busca otras alternativas de ocio. Hay un mundo de cosas divertidas por hacer fuera de internet. Lee, pinta, escucha música, haz deporte, escribe, en lugar de chatear queda con tus amigos... Tienes un sinfín de alternativas al alcance de tu mano.
En el tiempo que te permitas navegar por internet evita las actividades muy absorbentes, como esos juegos en los que necesitas jugar docenas y docenas de horas para conseguir el logro más básico. Comparte con tu entorno lo que haces en internet y el tiempo que pasas con tus dispositivos, ellos podrán darte también una perspectiva del uso que estás haciendo.
Y de vez en cuando, tratamiento de choque, deja de la do tu teléfono, tu tablet y tu ordenador. Puede resultar difícil, pero busca un ambiente relajante en el que te resulte más fácil prescindir de tus dispositivos. ¿Qué te parece una escapada a Caldaria? Olvídate de lo que esté pasando on line y disfruta del momento, se quedará en tu recuerdo y no necesitarás compartirlo en redes sociales.
Pero la adicción a las nuevas tecnologías y a internet es una adicción como cualquier otra, así que si no consigues superarla por ti mismo, no dudes en pedir ayuda a un profesional para que te dé unas pautas personalizadas.
No olvides tampoco que lo más importante es la prevención. Haz un uso cabal de todas estas herramientas y evitarás males mayores.