Las terapias termales son en muchas ocasiones una manera de atajar directamente una dolencia. Hablamos de patologías de la piel o enfermedades relacionadas con los huesos o los músculos. En otros casos, la balneoterapia ayuda a disminuir los síntomas de esas dolencias. Es en este sentido en el que el termalismo puede ser un gran aliado a la hora de combatir enfermedades neurológicas. Pero si quieres saber más sobre cómo estas terapias pueden contribuir en estas patologías neurológicas, sigue leyendo.
El impacto de las enfermedades neurológicas
El alzhéimer, el párkinson, el ictus, la epilepsia, la esclerosis múltiple, las migrañas... Estas son solo algunas de las enfermedades neurológicas más conocidas y presentes en nuestro día a día.
Las personas que sufren enfermedades neurológicas crónicas en muchas ocasiones interfieren en la vida cotidiana de las personas que la padecen. El dolor es una de las consecuencias más inmediatas que limitan el día a día de estos pacientes.
Es en este punto en el que una cura termal puede marcar la diferencia. En otras enfermedades, como por ejemplo la psoriasis, las aguas termales pueden ayudar a atajar directamente la enfermedad. Sin embargo, en el caso de las patologías neurológicas, su acción se centra en mitigar ciertos síntomas, una función no menos relevante.
Perfil del paciente
Las curas termales pueden proponerse a cualquier paciente que sufra una enfermedad neurológica crónica o que padezca secuelas neuro-ortopédicas a causa de un accidente vascular o infeccioso.
De este modo, este tipo de terapias se recomiendan en pacientes con hemiplejías, párkinson, esclerosis... ¿Por qué? Porque ayudarán a a mitigar los fuertes dolores de la enfermedad. Sucederá de manera similar en personas que sufren dolores de origen neurológico o muscular.
Tratamientos y beneficios
Entre los tratamientos más recomendados para estos casos se encuentran los baños con y sin chorros y las duchas. Se trata de acciones que, gracias a la acción mecánica del agua, la riqueza mineral y la temperatura, relajan los músculos y alivian los dolores. Además, los ejercicios bajo el agua permitirán realizar movimientos que en otro medio resultarían imposibles.
Las pulverizaciones o las aplicaciones de barro son tratamientos locales también efectivos. Los chorros con presión débil ofrecen un efecto sedativo en las zonas dolorosas, de manera similar al que producen los masajes,. Relajan los músculos y mejoran su flexibilidad y la de los tendones.
El calor de las aguas mineromedicinales cuenta también con un efecto vasodilatador que permite eliminar sustancias algógenas, es decir, productoras del dolor.
En el caso concreto de cefaleas, encontramos tres tipos cuyo dolor puede ser tratado con las aguas mineromedicinales. Por un lado las tensionales, unas de las más frecuentes y que se acentúa por la presión sobre los músculos. Precisamente es en este aspecto donde actúan las aguas termales. También se identifican las cefaleas cervicales, causadas por la contractura de la musculatura cervical. Por último, la cefalea referida, consecuencia de procesos de sinusitis crónica. En este caso, el tratamiento termal se encamina a resolver la sinusitis con inhaladores, pulverizadores o estufas de vapor.
Como ves, una vez más queda claro que las aguas termales son grandes aliadas de nuestra salud. Con todo, ya sabes que lo primero es consultar con tu médico y con el equipo sanitario de los balnearios antes de escoger las terapias más adecuadas para ti.